"Elegante":: El Caballo Peruano de Paso de Andrés Avelino Cáceres. - Mi Rincón de Arte ,Cultura, Pintura, Escultura, MLDC e Historias Fascinantes 2025

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jueves, 1 de agosto de 2024

"Elegante":: El Caballo Peruano de Paso de Andrés Avelino Cáceres.



Anécdota de Cáceres.

La Historia de un caballo “Elegante”. 

Como Bucéfalo con Alejandro el Grande, Genitor con Julio César, Babieca con el Cid, Marengo con Napoleón, Palomo con Bolívar; así se fue forjando la relación entre El Elegante y Andrés Avelino Cáceres, como buen ayacuchano descendiente de Morochucos, Cáceres mismo bañaba a su caballo, lo acariciaba susurrándole canciones en quechua y le daba sus alimentos tratándolo con gran cariño.

Hortensia, la hija menor de Cáceres, montaba sin miedo al enorme Elegante, su madre Doña Antonia Moreno, al ver a su pequeñita hija en tremendo caballo protestaba a voz en cuello por miedo de que El Elegante la dejara caer, cosa que nunca ocurrió porque el noble animal, consciente de la delicadeza de su jinete, parecía medir el movimiento de sus patas suavizando su andar. Cáceres, orgulloso de ver a su hija manejar sin temor a tan grandioso animal reñía cariñosamente a su esposa:

-¡Déjela a mi Hortensia que es la más valiente! ¡No la enseñe a ser cobarde!

El Elegante había aprendido rápidamente a andar por los caminos escabrosos de los andes y se desplazaba velozmente no solo en los caminos llanos sino también en los caminos montañosos, su agilidad era portentosa y a los demás caballos se les hacía difícil seguir su paso durante los desplazamientos estratégicos de la tropa.

Durante la batalla de Pucará, Cáceres impartía órdenes a sus guerreros yendo de un lado a otro del campo de lucha con su caballo El Elegante, en una de esas correrías se aflojaron las correas de la montura y al subir una cuesta cayó el Brujo de su cabalgadura. Los chilenos no perdían de vista al General peruano y, al verlo caer, lanzaron sobre él un piquete de caballería para hacerlo prisionero. El Elegante detuvo su marcha y volvió sobre sus pasos, viendo a su dueño caído lanzó poderosos relinchos que llamaron la atención de los soldados peruanos:

-¡Ha caído el Tayta! ¡Protejan al Tayta! –gritaban los peruanos lanzándose cerro abajo a defender a su General.

Pero la caballería chilena se acercaba rápidamente hacia el Brujo, El Elegante al ver a su amigo en peligro se lanzó contra los jinetes chilenos bufando, mordisqueando y lanzando patadas lo que hizo que los rotos detuvieran sus cabalgaduras para evitar al agresivo equino dando tiempo a los peruanos a llegar, posicionarse y repeler a tiros al enemigo, mientras que Cáceres montaba nuevamente al Elegante para ponerse a salvo.

Yendo por los difíciles caminos de la serranía, el caballo “Lunarejo” de doña Antonia Moreno se le hacía difícil trepar por una cuesta empinada y resbaladiza, con tan mala suerte que resbaló y estuvo a punto de lanzar a la Sra. Cáceres al abismo, de no ser por la mano salvadora del soldado León Andraca que atrapó a la Señora en el aire. Cáceres llegó al lado de su esposa y le ofreció su cabalgadura:

-¡Sigue camino con El Elegante! ¡No hay caballo mejor para andar por los caminos de la sierra!

Al ver que su esposa dudaba de montar a tan grande animal le aseguró:

-¡El Elegante así como es grande, tiene también un noble corazón! ¡Jamás te dejaría caer o te arrojaría! ¿No cierto amigo?

El caballo parecía entender pues respondió con un suave relincho que animó a Doña Antonia a montarlo, continuando el viaje sin problemas ni accidentes a lomos del fuerte, ágil y noble animal.

En Acuchimay, cuando el rebelde Coronel Panizo se negó a subordinar a sus 1500 hombres al mando de Cáceres, subió el Brujo montado en El Elegante el Acuchimay con quinientos hombres para debelar la rebelión. La estampa del Brujo en tan espectacular cabalgadura dejó inmóviles a los rebeldes, a lo que el Brujo aprovechó para recriminarlos:

-¿Cómo carajo? ¿Ustedes traicionan a la Patria? ¿Ustedes me traicionan cuando hemos luchado juntos en Tarapacá?

Los soldados respondieron:

¡Viva el Perú! ¡Viva Cáceres!- y se unieron a los patriotas abandonando a Panizo que se rindió. Cáceres lo indultó y entró triunfante a Ayacucho montando a El Elegante, siendo ovacionado por el fervor popular.

En la trágica batalla de Huamachuco, cuando el ejército peruano estando a punto de vencer se quedó sin municiones por un error de logística, Cáceres y su escolta se quedaron sin balas siendo rodeados por cientos de chilenos. Uno a uno los soldados peruanos fueron dando la vida por el Tayta, quien también se batía a sablazos montado en su fiel Elegante, abriéndose paso con algunos de los soldados del batallón Zepita, viéndolo escapar los chilenos enviaron tras de él a su caballería, pero el veloz Elegante era difícil de alcanzar, de repente Cáceres se dio cuenta que frente a ellos aparecía una acequia de más o menos 5 metros de largo. Los chilenos se alegraron pues pensaron que este obstáculo natural detendría al caballo de Cáceres y así caería finalmente en sus manos. Pero el Brujo confiaba en su amigo.

-¡Vamos Elegante! ¡YO SE QUE TU PUEDES!

Soltó la brida del caballo el Brujo dejando libre a su cabalgadura que, increíblemente aumentó su velocidad a todo lo que daban sus poderosas ancas y al llegar a la acequia dio un prodigioso salto que dejó mudo a los chilenos. El Elegante se elevó en el aire, cual Pegaso, y cayó suavemente al otro lado sin desmontar a su jinete.

Luego siguió su veloz carrera burlando a los rotos que quedaron asombrados, con la boca abierta.

Ya libre de sus perseguidores, en un cercano bosquecillo, Cáceres encontró al Coronel Leoncio Prado, quien estaba muy herido de la pierna, acompañado de dos soldados. Al verlo llegar, Leoncio hizo el saludo militar y le dijo:

-¡Mi General he cumplido con mi deber!

Cáceres se emocionó con tal saludo e intentó hacerlo montar sobre El Elegante, pero la pierna destrozada de Leoncio le impedía mantenerse sobre el caballo, entonces los soldados que le acompañaban sugirieron al Brujo dejarlo para que ellos se ocuparan de él ocultándolo en el bosque.

Cáceres retomó su camino muy triste, sobre el cuello de su fiel Elegante caían gruesas lágrimas que derramaba El Brujo por los caídos.


Continuará…



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