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jueves, 15 de agosto de 2024

Diego Velázquez: El gran Maestro de la Pintura Barroca Española.

 

Autorretrato de Diego Velázquez pintado alrededor del año 1650.
Museo de Bellas Artes, Valencia.

Foto: PD

Considerado el pintor más importante del barroco español, Diego Velázquez se convirtió en pintor de cámara en la corte de Felipe IV, lo que le permitió estudiar a los grandes maestros del arte nacional e internacional. Su ingente producción artística, entre la que destacan obras tan emblemáticas como ‘Las Meninas’, ha dejado una huella indeleble en la historia universal de la pintura.

Existe una práctica unanimidad entre los expertos acerca de Diego Velázquez. El artista sevillano es, actualmente, reconocido a nivel mundial como uno de los mejores pintores del barroco español. La obra del genial pintor destaca por su amplia variedad de pinceladas y por sus sutiles equilibrios de color, que dotaron a sus pinturas de unas formas, texturas, atmósferas y luces que han marcado con una huella indeleble la historia del arte universal.

Convertido en el pintor de cámara del rey Felipe IV, Diego Velázquez dedicó gran parte de su vida a realizar retratos del rey y de su familia, y a decorar las residencias y estancias reales. Su presencia constante en la corte le permitió asimismo estudiar la magnífica colección de cuadros que poseía el monarca, gran coleccionista de arte, y viajar a Italia en dos ocasiones para conocer de primera mano la obra de los grandes maestros italianos.

La supuesta hidalguía de Diego Velázquez

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez vino al mundo en Sevilla el 6 de junio de 1599, y fue bautizado en la iglesia de San Pedro, donde unos años antes se habían casado sus padres, Juan Rodrigues de Silva, de ascendencia portuguesa, y Jerónima Velázquez, hija de una familia hidalga. A pesar de que se ha llegado a afirmar que la familia Velázquez figuraba entre la pequeña hidalguía de la ciudad no existen pruebas suficientes que lo demuestren (a pesar de las ínfulas que, según se decía, se gastaba el artista sevillano). El padre de Diego era notario eclesiástico, un oficio que ejercían personas pertenecientes a los niveles más bajos de la nobleza por lo que, según el historiador aragonés José Camón Aznar, la familia del futuro pintor de cámara debió de vivir con modestia, rozando casi la pobreza. De este modo, cuando muchos años después Velázquez quiso ver reconocida su hidalguía y conseguir el anhelado título de caballero de la Orden de Santiago, el Consejo de las Órdenes Militares no consideró válida la condición aristocrática de su padre, y se lo negó. Solo la intervención del rey y del papa lograrían vencer esta resistencia y conseguir para el pintor el ansiado título en noviembre de 1659.


El padre de Diego era notario eclesiástico, un oficio que ejercían personas pertenecientes a los niveles más bajos de la nobleza.

Vieja friendo huevos, cuadro pintado por Diego Velázquez en el año 1618 Galería Nacional de Escocia, Edimburgo.

Foto: PDEl joven Diego pronto mostró una admirable destreza para el dibujo, y fue enviado como aprendiz al taller del sevillano (y también, a decir de muchos, eterno malhumorado) pintor y grabador Francisco de Herrera. Herrera era conocido por repartir tremendas bofetadas entre sus aprendices si cometían algún error, así que para evitar males mayores Diego pidió a sus padres que lo llevaran a otro taller. Así, con el beneplácito de sus progenitores, en 1610 Diego recaló en el taller del retratista gaditano Francisco Pacheco. Más conocido por sus escritos que por sus dotes como artista (que algunos comentaban que dejaban mucho que desear), Pacheco, a diferencia de Herrera, era un hombre de carácter apacible y también un excelente maestro, y enseguida supo ver el gran talento que atesoraba su joven aprendiz. Así, gracias a su genio y al aprendizaje llevado a cabo en el taller de Pacheco, en 1617 Velázquez pudo superar el examen que le acreditaba para poder incorporarse al gremio de pintores de Sevilla, y recibió la licencia que le permitía ejercer como "maestro de imaginería y al óleo".

Velázquez en la corte de Felipe IV

El 23 de abril de 1618, Diego Velázquez se casó con Juana Pacheco, la hija de su maestro. La joven, de tan solo 15 años, profesaba un profundo amor a su esposo, de tan solo 19 años. Diego y Juana tuvieron dos niñas: Francisca e Ignacia, que fueron bautizadas en Sevilla. De aquellos primeros años de aprendizaje de Velázquez se conservan algunas obras de temática costumbrista: Vieja friendo huevos (Galería Nacional de Escocia, Edimburgo), El aguador de Sevilla (Apsley House de Londres) y El almuerzo (Museo Hermitage, San Petersburgo). 

En esa época, Velázquez también realizó composiciones religiosas entre las que destacan la Adoración de los Reyes (Museo del Prado, Madrid). Poseedor por entonces de un gran bagaje artístico, el joven y ambicioso Diego decidió viajar a Madrid, convertida en la nueva capital de España, adonde llegaría en 1622 con el objetivo de conseguir un puesto que le permitiera acceder al más alto de los mecenazgos: la corte real. Con esta intención, Diego Velázquez intentó hacer un retrato del monarca, pero en un principio solo logró retratar a una de las figuras más importantes de la época, el capellán del rey: el poeta Luis de Góngora.

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